Igual que en el gran premio de Fórmula 1, la Comisión del Gran Canal de Nicaragua fijó la hora de largada. Será en diciembre y comenzará con un puerto sobre el Océano Pacífico. Después seguirá el resto: el segundo puerto, un aeropuerto, un lago artificial, dos esclusas, un complejo turístico, una zona de libre comercio, caminos y fábricas de cemento y acero para llevar adelante la construcción que, según el consorcio chino concesionario del ambicioso proyecto, Nicaragua Canal Development Investment Co. (HKND), debería estar terminado en 2019. La Comisión encargada de la gigantesca obra del canal asegura que se crearán 50 mil puestos de trabajo directos y 200 mil indirectos. El Consejo nacional de las universidades de Nicaragua, por su parte, habla también e 315 nuevas carreras académicas relacionadas con el proyecto y los estudios que requiere, y que incluye campos como infraestructuras, energía, ambiente y diversos sistemas de producción.
El costo previsto para toda la obra -278 kilómetros desde el Pacífico hasta el Atlántico- es de 40 mil millones de dólares.
Se muestran escépticos, en cambio, los vecinos de Panamá, empeñados en duplicar a marcha forzada su propio canal: “No hay mercado para dos canales en Centroamérica y que los dos sean viables económicamente” –declaró el administrador de la Autoridad del Canal de Panamá, Jorge Quijano. “Por la demanda, compartir el negocio no es bueno ni para ellos ni para nosotros”.

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