REGRESOS. PRIMERA MISA DE D’ESCOTO. La suspensión le fue aplicada hace 30 años por san Juan Pablo II. El Papa Francisco la levantó a principios de agosto

Primera misa
Primera misa

Una foto que muchos no esperaban ver: D’Escoto del otro lado del altar, presidiendo la celebración eucarística. Al su lado, sentado con una estola colorida, otro rostro conocido de la iconografía sandinista, el sacerdote franciscano Uriel Molina Oliú, fundador del Centro Antonio Valdivieso, uno de los motores centroamericanos de la Teología de la Liberación. La imagen fue captada por el fotógrafo del portal del gobierno de Nicaragua “El 19 digital” y retrata a un D’Escoto entrado en años y de rostro serio, solemne y al mismo tiempo feliz por lo que está haciendo. “Me siento feliz y agradecido con el Santo Padre por haberme quitado esa suspensión a divinis que me impedía celebrar la misa”, dijo emocionado al cronista del sitio oficial on-line al terminar la misa. Explicó después que la prohibición canónica fue revocada por el Papa Francisco respondiendo a una carta suya en la cual le pedía que le permitieran celebrar misa nuevamente “antes de morir”. Lo que según las apariencias no parece ser inminente. D’Escoto tiene 81 años, cumplidos en febrero, no hay noticias de que padezca serios problemas de salud y en consecuencia habrá otras misas, ahora que puede celebrarlas.

Cuando recibió la comunicación del indulto canónico a principios de agosto, D’Escoto había declarado que quería oficiar su primera misa junto con su acérrimo enemigo, el cardenal de Managua Miguel Obando y Bravo. “Yo le dije: Cardenal, si algún día esto se da antes de que yo me muera, quiero celebrar mi primera Eucaristía con usted, y que me ayude, porque ya se me está olvidando todo, porque en aquel tiempo yo la celebraba en latín”. No se sabe si pudo cumplir en privado el deseo expresado en público. En cambio sí se sabe, por la extensa crónica que acompaña la fotografía en el portal del gobierno de Daniel Ortega, que la misa, la primera en público, fue celebrada en la sede de la Policía Nacional.

La suspensión fue impuesta el 5 de enero de 1985 por san Juan Pablo II por haber aceptado formar parte del primer gobierno sandinista después de la insurrección contra Anastasio Somoza del 19 de julio de 1979. Al recibir la noticia de la revocatoria, el sacerdote admitió que había llorado el día que le comunicaron la orden de renunciar a su cargo político dentro de los próximos 15 días, so pena de suspensión a divinis. Agregó después que Dios le había concedido la gracia de sobrellevar el peso de la suspensión sin remordimientos y sin rencores, “con mucho amor a la Iglesia; sin celebrar la Santa Misa pero viviendo una espiritualidad eucarística”. Son las mismas palabras que el sacerdote de la Congregación de Maryknoll repitió ayer al terminar su primera celebración. Agradeció también “al Espíritu Santo y a Nuestro Señor porque nunca sentí resentimiento ni nunca tuve ningún mal sentimiento para los que me impusieron un castigo”.

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