Hablan de un nuevo milagro que consolida la causa de canonización de uno de los sacerdotes más queridos de Argentina, José Gabriel Brochero –más conocido como el Cura Gaucho-, ya beatificado en 2013. Los pormenores se han mantenido en estricta reserva pero trascendió que se trata de la curación extraordinaria de un joven que reside en la provincia argentina de San Juan. Hace pocos meses, exactamente el 15 de julio, se conformó el Tribunal eclesiástico encargado de establecer la viabilidad del caso. Las personas directamente involucradas en el procedimiento son el arzobispo de San Juan, Mons. Alfonso Delgado Evers, el obispo de Cruz del Eje, Santiago Olivera, el sacerdote vicepostulador Julio Merediz SJ y José Rosales, doctor en Derecho canónico, quien preside el tribunal. El perito médico es el Dr. José Molina SJ. El Padre Merediz no oculta que hay un gran optimismo sobre los resultados de la investigación. “Lo confirmó la semana pasada el mismo Mons. Olivera durante la reunión de los postuladores de todas las causas argentinas –aproximadamente 60 entre beatificaciones y canonizaciones. Hasta el momento se ha entrevistado a los testigos y el perito médico está estudiando los documentos oficiales sobre el caso. Si todo va bien, antes de fin de año el material será enviado a Roma, a la Congregación para la Causa de los Santos”.
El Cura Brochero es una figura especialmente venerada por el mismo Papa, cuenta Merediz, quien recuerda la visita que hizo Bergoglio a los lugares donde vivió el sacerdote: “Le hicieron un reportaje y yo escuché que repitió varias veces: ‘Imitemos al padre Brochero, que salía e iba a buscar a la gente, a los leprosos, a los enfermos, a los pobres…’.” La apertura es la cualidad que más destaca Bergoglio en Brochero. “La Casa de Ejercicios Espirituales que fundó sigue atrayendo todavía mucha gente, incluso no católica; hay varios judíos que se acercaron a la Iglesia gracias a Brochero”, comenta el sacerdote jesuita. “No se ponen condiciones, no se hacen preguntas. Es una experiencia de apertura que coincide con el pensamiento del Papa Francisco, con una Iglesia que sale y va al encuentro”. Por las mismas razones, observa el vice postulador, el Papa aprecia a otro personaje en olor de santidad –una mujer en este caso- y también muy amada en la Argentina: María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como “Mama Antula”. “Una laica que a fines del siglo XVIII llenó el vacío que dejaron los jesuitas cuando fueron expulsados de América en 1767. Fundó en Buenos Aires en 1795 la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, que todavía existe y funciona como tal”, explica el padre Merediz. “Pero no solo eso, sino que la capilla de la escuela de la Congregación de María Antonia de Paz y Figueroa se transformó después en el santuario de San Cayetano (cuya imagen ella trajo a Buenos Aires), el más importante de la ciudad”.
En este caso, lo mismo que con Brochero, la admiración del Papa se debe a que su testimonio se proyectó a la sociedad. “Mama Antula quiso seguir siendo laica para trabajar con mayor libertad, no quiso encerrarse en los límites restringidos de una congregación religiosa. La congregación nació años más tarde, por decisión del obispo de Buenos Aires. En efecto, hace notar el padre Merediz, Bergoglio consideraba equivocada la decisión de su predecesor. “Un error”, lo calificó sin medios términos. En su opinión, debieron seguir siendo laicas.
Brochero y Maria Francisca de Paz y Figueroa son la punta de lanza de las futuras canonizaciones argentinas, aproximadamente sesenta. Merediz recuerda las más importantes: “Ceferino Namuncurá, un indio mapuche que murió muy joven, relacionado con los salesianos. Después los casos de la beata María del Tránsito Cabanillas y de la beata Sor María Ludovica, muy famosa en la ciudad de La Plata, al punto que el hospital público lleva su nombre”. Otra figura importante es Catalina de María Rodríguez, la fundadora de las Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús. “Ella y su comunidad se hicieron cargo de la casa de ejercicios de Brochero y de la escuela para mujeres que el cura fundó en 1880. Fue la primera escuela para niñas del campo y también el primer ejemplo de promoción activa de la mujer en una época en la que todavía era discriminada”. El Cura Gaucho consideraba que la mujer era fundamental, porque era la que realmente transmitía la cultura, las costumbres y la fe, y normalmente los hombres estaban largos períodos lejos de su familia por el trabajo en el campo”.