“ESTÁN TODOS MUERTOS”. Afirma un sacerdote mexicano en base al testimonio de algunas personas que estaban presentes el día de la desaparición de los 43 estudiantes

El padre Alejandro Solalinde, un paladín de los derechos humanos. Foto: Cuartoscuro
El padre Alejandro Solalinde, un paladín de los derechos humanos. Foto: Cuartoscuro

Muchos lo pensaron, pero hasta ahora nadie tuvo el valor –y las pruebas- para decirlo abiertamente. “Están todos muertos”. Tres palabras del padre Alejandro Solalinde -una figura emblemática en México en el tema de los derechos humanos- que terminaron de apagar la débil esperanza de encontrar vivos a los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa. Tres palabras que asestaron otro duro golpe a la ya cuestionada credibilidad de Peña Nieto y su gobierno.

El sacerdote lo afirma con total seguridad en base a hechos y testimonios. “Desde el domingo he tenido varios encuentros con testigos, presentes en el lugar, que sufrieron el primero y el segundo ataque. Estudiantes, pero también otras fuentes, que hablan de un segundo momento”. Solalinde cita fuentes de la misma policía, hombres que no quieren hablar por miedo a las represalias. “Estaban heridos, y así como estaban heridos, los quemaron vivos, les pusieron diésel”, declaró el sacerdote según la información de los medios mexicanos. “Eso se va a saber, dicen que hasta les pusieron madera, algunos de ellos estaban vivos, otros muertos”,

Y a pesar de la insistente campaña mediática orquestada por Peña y sus esfuerzos por exhibir un gran despliegue de fuerzas para encontrar a los 43 estudiantes, hay un detalle que habla claro sobre la verdadera voluntad de las autoridades mexicanas de hacer luz sobre los hechos: cuando el sacerdote –que hasta el momento no ha sido desmentido- se presentó el lunes en la Procuraduría de la República para denunciar lo que había descubierto, ni siquiera fue recibido.

Intelectuales y académicos de 60 países, pertenecientes a más de 500 universidades, centros de investigación y organizaciones civiles, han hecho pública una “Carta Abierta desde el extranjero- #Ayotzinapa somos todos”, donde entre otras cosas se critica precisamente la “lentitud” y la “aparente negligencia” con las que proceden las investigaciones.

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