EL PEOR EPÍLOGO. Confiesan tres detenidos: los 43 estudiantes están muertos. Rabia e indignación en México: “Ya nos cansamos”

De la plaza virtual a la real /Foto Cuartoscuro – Twitter
De la plaza virtual a la real /Foto Cuartoscuro – Twitter

Asesinados, los cuerpos quemados en un basural y arrojados a un río dentro de bolsas de basura. Ese habría sido el destino de los 43 estudiantes mexicanos desparecidos el 26 de septiembre pasado en Iguala. Así lo hizo saber en una tensa conferencia de prensa el procurador general de México, Jesús Murillo Karam, citando la confesión –confirmada por los primeros descubrimientos- de tres detenidos pertenecientes al cartel narco de los Guerreros Unidos. El procurador solo ha confirmado entonces lo que el sacerdote Alejandro Solalinde ya había dicho hace algunas semanas.

Ahora los restos que se encontraron serán enviados a Austria, a la Universidad de Innsbruck, para efectuar los complejos estudios de ADN. Hasta que lleguen los resultados, el gobierno afirmó que continuará considerando a los estudiantes como “desaparecidos”. Los padres de las víctimas declararon que no aceptaban las conclusiones de la Procuraduría general de la República. Sostienen que sus hijos “están vivos” hasta tener pruebas de lo contrario.

Apenas se conoció la noticia, las redes sociales en México se pusieron al rojo vivo. El hashtag “#YaMeCansé” –cuyo título reproduce las palabras del procurador al terminar la conferencia de prensa- saltó a los primeros puestos de las tendencias mundiales en Twitter. El mensaje de los internautas fue igualmente claro: nosotros también nos hemos cansado. Del gobierno, de la impunidad, de tener miedo. Empezó a circular un video que inmediatamente se convirtió en viral. Y de la plaza virtual se pasó a la real en Ciudad de México, donde cientos de personas se concentraron frente al “Ángel de la Independencia”.

 “Atraparemos a los culpables”, declaró el presidente Peña Nieto, mientras Amnesty International subrayó que el procurador había omitido decir que la desaparición de los 43 estudiantes no fue un hecho aislado, sino que por el contrario es un crimen de Estado. “Las señales de alerta de corrupción y  violencia han estado ahí durante años y aquellos que las han ignorado de forma negligente son también cómplices de la tragedia”, denunció Erika Guervara Rosas, directora para las Américas de la organización.

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