Mi siquiera el Papa cree ya en la posibilidad de encontrar con vida a los 43 estudiantes desaparecidos el 26 de setiembre pasado en Iguala, México. “Quiero de alguna manera expresar a los mexicanos mi cercanía en este momento doloroso de legal desaparición pero, sabemos, de asesinato de los estudiantes”, dijo durante la tradicional audiencia de los miércoles. Francisco ya se había pronunciado sobre estos hechos el 29 de octubre pasado, cuando invitó a rezar por el pueblo mexicano “que sufre por sus estudiantes”. En esta última oportunidad se refirió explícitamente “a la realidad dramática de toda la criminalidad que está detrás del comercio y tráfico de drogas “, manifestando su cercanía a las familias de los que sufren la violencia en todas las formas relacionadas con el narcotráfico.
Sin embargo, a pesar de las palabras del Papa, lo que mantiene con vida la débil esperanza de los combativos padres de los estudiantes es el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), que se encuentra presente en el país para realizar una pericia independiente a solicitud de las familias, que desconfían de los investigadores mexicanos. Los expertos argentinos dieron a conocer el resultado de los análisis realizados en 24 de los 39 cuerpos encontrados hasta el momento en diversas fosas comunes descubiertas en los alrededores de Iguala, confirmando que no se trata de los restos de los estudiantes desparecidos. En los próximos días se esperan los resultados de los que todavía faltan, y paralelamente el equipo argentino está colaborando en la recuperación de los restos descubiertos en un basural en base a las revelaciones de tres sicarios del cartel de Guerreros Unidos, que serán enviados a Austria para efectuar los estudios.
Entre tanto, en México la protesta se radicaliza día a día. Más de un analista advierte sobre la posibilidad de que vuelvan a aparecer en el escenario viejos grupos guerrilleros como el “Ejército Popular Revolucionario”, tradicionalmente más activos precisamente en los estados mexicanos más pobres, como Guerrero o Chiapas. No es casual que en esas regiones se registren las protestas más rabiosas. En Chilpancingo, la capital de Guerrero, los manifestantes que salieron a las calles (en su mayoría encapuchados) han incendidado la sede del PRI (Partido Revolucionario Institucional) del presidente Peña Nieto, junto con otros edificios del gobierno, una biblioteca y varios automóviles. El lunes, padres y alumnos bloquearon el aeropuerto de Acapulco durante horas, mientras el sábado, en Ciudad de México una manifestación pacífica (como casi siempre han sido hasta el momento) concluyó con el intento de un grupo radical de incendiar y destruir la puerta del Palacio Nacional. Por miedo a nuevos hechos de violencia fue evacuada la Cámara de Diputados cuando se difundió la voz de que llegaban los manifestantes. Por su parte, el presidente Peña Nieto se encuentra ocupado en un viaje institucional a China y Australia. La decisión pretandía transmitir tranquilidad, pero solo sirvió para alimentar las polémicas y protestas en un país que cada vez más peligrosamente oscila entre la desorientación y la rabia.