JUEGOS DE GUERRA EN VENEZUELA. Maniobras militares contra la amenaza USA. Mientras América Latina cierra filas junto al país bolivariano y la Iglesia declara que las amenazas de Obama son inaceptables

Retumbar de botas. Foto Ultimas Noticias
Retumbar de botas. Foto Ultimas Noticias

La escalada resultó útil. La declaración del gobierno de Barak Obama que calificó a Venezuela como una “amenaza excepcional para la seguridad nacional”, incluyendo una ampliación de las sanciones y el embargo de bienes a funcionarios venezolanos en suelo estadounidense, desató una reacción en cadena que por el momento se limita a una exhibición de músculos, pero que en realidad nadie sabe hasta dónde puede llegar. Maduro pidió y obtuvo poderes especiales para hacer frente a la amenaza, archivó los gritos de alarma sobre el golpe de las últimas semanas y se dispone a eliminar el poco espacio que todavía le queda al disenso, que a su vez no obtendrá ningún beneficio con la presión externa de Estados Unidos y el clima que se ha creado. La Bolivia de Morales exige una disculpa de Obama a Venezuela antes de la cumbre de presidentes americanos prevista en Panamá para el 10 y 11 de abril. So pena de presentar una moción antiimperialista como no se veía desde la última intervención de tropas norteamericanas en el continente (que curiosamente, se produjo en Panamá en 1989). Y hasta la Iglesia venezolana, muy crítica con Nicolás Maduro en los últimos meses, definió como “inaceptable” la decisión de EEUU y las correspondientes sanciones. El arzobispo de Caracas, Jorge Urosa Savino, que ha sido duramente estigmatizado por el gobierno venezolano, tuvo palabras severas para la administración Obama, calificando como “una exageración” del gobierno estadounidense afirmar que Venezuela es una amenaza para la seguridad interna de su país. “Esta afirmación es inaceptable por las consecuencias que puede tener para todos los venezolanos, no solamente para el gobierno nacional”, declaró el cardenal en una nota difundida por la arquidiócesis de Caracas y retomada por muchos órganos de prensa en toda América Latina.

La Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) cerró filas para rechazar la “injerencia” del gobierno de Estados Unidos y exige a su vez que se derogue el Decreto Ejecutivo del 9 de marzo de 2015, que incorpora Venezuela a la lista negra de los países del Índex. En un segundo comunicado –posterior al otro para que la condena resultara neta y sin atenuantes- los miembros de la Unasur se dirigen a Maduro reclamándole un “diálogo político amplio con todas las fuerzas democráticas de Venezuela, en el pleno respeto del orden institucional, de los derechos humanos y del estado de derecho”. No es un dato menor que la reacción del continente latinoamericano a la medida sin duda provocativa de Obama haya sido prácticamente unánime.

Maduro, por su parte, capitaliza el dividendo político, despliega el “Escudo bolivariano”, reclama patriotismo al interno de las fronteras y moviliza sus tropas. 800.000 soldados salieron de los cuarteles y 20.000 civiles vistieron el uniforme este fin de semana, en una exhibición de fuerza dirigida más hacia adentro que hacia afuera. El retumbar de las botas durará diez días, hasta el sábado.

Juegos de guerra, por el momento, simulacros ruidosos del Centro de Simulación Anteaérea de la Escuela de Artillería, en el Fuerte de Tiuna, en Caracas. Pero la mecánica, el crescendo de pasos y las señales que marcan el camino de retorno recuerdan otras dinámicas en otros teatros. Las miradas están puestas en Roma y en la mediación solicitada en su momento al Secretario de Estado, Pietro Parolin, que en realidad nunca terminó de ponerse en marcha.

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