El último arresto extraordinario –Servando Gómez Martínez, capo del cártel de los Caballeros Templarios- fue el 27 de febrero de 2015, exactamente un año después que “el Chapo” Guzmán, jefe indiscutido del cártel de Sinaloa. Capturas que, junto con otras menos espectaculares, están haciendo cambiar la geografía del poder narco en el país. Los medios de comunicación mexicanos diseñaron el nuevo mapa con informes filtrados de la Procuraduría General de la República: con Sinaloa y los Zeta en el descenso, el grupo más poderoso sería ahora el cártel de Jalisco, Nueva generación, seguido de cerca por Los caballeros templarios. Concretamente, desde el arresto de Guzmán el cártel de Sinaloa ha reducido su presencia de 18 a 6 estados del país. Según datos del Ministerio Público Federal en este momento su poder es comparable al de Los Zeta y al grupo de los hermanos Beltrán Leyva.
Los números sorprenden y constituyen una buena nota para el gobierno de Enrique Peña Nieto, que en los últimos tiempos ha recibido durísimas críticas acusado, sobre todo después de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, de no afrontar con mano suficientemente dura la plaga de la criminalidad.
Los datos difundidos por la Sub Procuraduría para los Asuntos jurídicos e internacionales que cita el diario La Jornada, desmentirían las acusaciones de laxitud: respecto al primer año de presidencia –cuando las autoridades contabilizaban 89 células criminales en el país- los registros oficiales señalan una disminución del 50 por ciento de grupos criminales. En este momento, según el Centro Nacional de Planificación, Análisis e Información para la Lucha contra la Delincuencia (Cenapi), que depende de la PGR, los cárteles activos serían 9, apoyados en sus actividades por 45 células criminales diferentes.
Haciendo un rápido recorrido del nuevo mapa de la influencia narco se puede observar que el cártel de los Caballeros Templarios de Servando Gómez Martínez –que acaba de ser arrestado- hoy se encuentra presente en 9 estados. El de Sinaloa conserva los ocho grupos de sicarios que tenía antes de la llegada del nuevo gobierno y de la captura de Guzmán, pero ha reducido su influencia, que ahora se extiende “solo” a seis estados mexicanos, mientras que los Zeta restringieron su radio de acción a cinco, sobre todo en el centro de México.
Nueva Generación está intentando aprovechar el retroceso de los dos cárteles mencionados y se encuentra en pleno proceso de expansión precisamente hacia las zonas que aquellos dejaron libres, en el sudoeste del país. Mientras el grupo criminal de los hermanos Arellano Félix –el cártel de Tijuana que se consideraba más poderoso a principios de la década del ’90 y el único encabezado por una mujer, Enedina Arellano Félix- en este momento sólo opera, según la PGR, en Baja California y con el apoyo de 3 grupos de sicarios, en comparación con los 14 de su época dorada.
Una suerte análoga le ha tocado al cártel de Juárez, encabezado hasta 1977 por Amado Carrillo Fuentes –cuyo apodo era “señor de los cielos”, por la flota de aviones que utilizaba para transportar la droga-; el grupo narco –aseguran fuentes oficiales- controla solo 1 de los 20 estados donde se había instalado, el de Chihuahua. Por último, la organización de los Beltrán Leyva, cuyo cerebro Héctor Beltrán fue capturado en octubre de 2014, sigue operando en 5 estados.