La designan con un número, 117, pero detrás de las tres cifras por fin hay un nombre y un rostro, una identidad reconocida y aceptada. Una identidad desaparecida y recuperada después de muchos años. “Gladys” Castro, desaparecida en la vorágine de la dictadura en marzo de 1978, en pleno régimen militar. Una historia igual a la de muchísimos otros argentinos y argentinas. Él, Walter, militante del Partido Comunista Marxista Leninista, y Gladys, su compañera embarazada de seis meses, el secuestro perpetrado el 9 de diciembre de 1977. Lo que sigue también es igual: detención en un centro clandestino, torturas, nacimiento de la hija de la secuestrada. El capítulo final no se aparta del libreto de miles de coetáneos de “Gladys”: la eliminación de ambos padres, la adpción de la niña.
Para la abuela de la niña, María Assof de Domínguez, comienza la penosa búsqueda de su nuera, que sigue los mismos itinerarios comunes a tantas madres como ella: llamar a las puertas de los cuarteles para pedir información, escribir cartas a los que se presumía que podían saber algo, los silencios. La SIDE, la ex Secretaría de Inteligencia del Estado argentino, no puede aportar ningún rastro, ni tampoco el Arzobispado de Buenos Aires. Una página escrita con líneas tortuosas que Estela de Carlotto, histórica presidente de las Abuelas de Plaza de Mayo, finalmente hace pública anunciando la nueva recuperación. En febrero de este año las famosas abuelas invitan a “Gladys” ha hacerse un análisis de ADN en base a la información que maneja la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI).
La “sospechosa” acepta. El 16 de julio de 2015 se lleva a cabo el estudio. El jueves 27 de agosto se confirman las expectativas: el Banco Nacional de Datos Genéticos determina que la joven es hija del matrimonio formado por Walter Hernán Domínguez y Gladys Castro. Las Abuelas de Plaza de Mayo reciben la información y a su vez transmiten el resultado a la interesada. Carlotto relató que la noticia fue recibida “con beneplácito” por la nieta recuperada.
“Bienvenida nieta 117”, anunció la Presidente de las Abuelas de Plaza de Mayo, expresando el deseo de que muchos otros tengan el mismo epílogo.
En el registro de los nietos robados por la dictadura todavía faltan 400 nombres, según la contabilidad de las Abuelas de Plaza de Mayo. En 36 años se recobró y restituyó la identidad a 117 hijos e hijas de desaparecidos. Eran 105 en julio de 2012. Doce nuevos casos en tres años. El último recuperado –el 116- es el hijo de Hugo Alberto Castro y Ana Rubel, dos jóvenes militantes de la izquierda argentina secuestrados en 1977 y recluidos en la tristemente famosa Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Antes había sido Ana Libertad, nieta de otro nombre histórico de las Madres de Plaza de Mayo, Alicia “Licha” de la Cuadra, la primera presidente y una de las fundadoras de la Asociación. El caso más clamoroso, el número 114, es del mes de agosto de 2014 y lleva el nombre de Ignacio Guido Montoya Carlotto, nieto de la Presidente actual de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo.