HABLARLE AL CENTRO DESDE LAS PERIFERIAS. Los viajes internacionales del Papa Francisco o el mapa geoeclesial de las periferias para tocar “la carne de Cristo”

Bergoglio celebra misa en un acto contra las nuevas esclavitudes en Buenos Aires
Bergoglio celebra misa en un acto contra las nuevas esclavitudes en Buenos Aires

Desde 2013 hasta hoy, el Papa Francisco hizo 12 Peregrinaciones internacionales.  En América fueron cuatro (Río de Janeiro, Ecuador-Bolivia-Paraguay, Cuba-Estados Unidos/ONU, Cuba-México); en Asia otras cuatro (Tierra Santa: Jordania-Palestina-Israel, Turquía, Corea del Sur, Sri Lanka-Filipinas); en África, una (Kenya-Uganda-República Centroafricana); y en Europa tres (Bosnia Erzegovina-Sarajevo, Albania, Parlamento Europeo y Consejo de Europa: Estrasburgo/Francia). En total el Papa Francisco ha visitado 19 naciones y 3 Instituciones internacionales o regionales.

En un primer análisis daría la impresión, observando este elenco-itinerario, de que se trata de un recorrido sorprendente e inesperado. Cuando fue elegido resultaba claro que el nuevo Pontífice visitaría Río de Janeiro para presidir la conclusión de la XXVIII JMJ, pero “el después” era desconocido e imprevisible, aunque una peregrinación a Tierra Santa parecía plausible y no muy distante porque, en cierta forma, había sido públicamente alentada por el Patriarca Bartolomé en ocasión del 50 aniversario del primer viaje de un Papa (Pablo VI, 1964). A partir de allí, el itinerario que se fue configurando como una especie de mapa geoeclesial siempre resultó una sorpresa. Y eso vale la pena subrayarlo como primera característica: viajes no obvios y fuera de los cálculos. El anuncio del viaje a Corea del Sur despertó una atención especial y las crónicas de la época lo presentan desde el principio como una “periferia”; una nación que no solo está lejos de Roma sino que también tiene una comunidad católica relativamente pequeña; una Iglesia que ha crecido en el sufrimiento y el martirio, y que es obra sobre todo de laicos. Seguirán después otros viajes –un promedio de uno cada tres meses- que confirmarán esa elección inusual: visitar países difíciles, donde muchas veces los cristianos son una minoría, donde las situaciones socio-políticas y cultural-religiosas son precarias o inestables y donde los poderosos del mundo raramente acuden. Un cronista de la CNN afirmó: “El Papa de Roma elige sus itinerarios con el Evangelio en la mano y no con mapas o  informes diplomáticos”. The Independent” comentó: “El Papa Francisco tiene una geografía particular, la del corazón”. La CBSnews dijo: “Bergoglio en Roma mira el mundo desde el lugar de los últimos”.

En las elecciones del Papa Francisco juega sobre todo su intuición y su sensibilidad personal, pero también una especie de visión geoeclesial clara y razonada. En la decisión de estos itinerarios no hay razones geopolíticas o geoestratégicas, categorías extrañas al pensamiento de Francisco. Su magisterio itinerante no está en función de lugares (ubicaciones geográficas determinadas por intereses políticos y/o estratégicos). Su magisterio itinerante está en función de pueblos, personas, comunidades, culturas. Basta recorrer el listado de países visitados para tener una prueba indiscutible y sobre todo basta prestar atención al listado de los grupos sociales con los que Francisco se ha encontrado en los cuatro continentes durante estos tres años. Son grupos sociales que participan a pleno título de la vida de la Iglesia y que él ha querido ir a buscar, abrazar y confirmar en su fe, transmitiéndoles esperanza, coraje y fuerza de reacción frente al pesimismo y el conformismo imperantes.

Los viajes internacionales del Papa son una confirmación de lo esencial que es en su ministerio y en su magisterio la centralidad insustituible del ser humano, su famosa “carne de Cristo”, que lo atrae y lo cautiva con tanta fuerza que le permite cumplir programas agotadores, muchas veces al límite de su capacidad. En este mapa geoeclesial es evidente que no lo fascinan los momentos protocolares, solemnes y de poder; por el contrario, en general estos son eventos reducidos a lo esencial y necesario. El Papa Francisco, con educación y ternura pero con decisión y firmeza, descarta de los programas todo aquello que lo aleja de los pueblos que desea encontrar y que lo aisla en el ritual de las fotografías oficiales, en el oportunismo de ostentación y en la instrumentalización del que quiere hacerse ver junto al Pontífice. Entre las muchas características que se podrían destacar queremos concluir con dos muy especiales, que no se pueden obviar.

El Papa Francisco siente una enorme necesidad de compartir las experiencias que ha vivido con sus colaboradores más cercanos. A veces, repasando las conferencias de prensa al regreso de sus viajes, da la impresión de que desea hacer participar a todos, en primer lugar a los periodistas que lo siguen (entre 60 y 70, financiados por sus propios medios de prensa), de los momentos felices y difíciles, gozosos y tristes de la peregrinación que acaba de concluir. La misma sensación surge al repasar sus relatos a los fieles de San Pedro cuando vuelve. Cuando regresa al Vaticano se convierte en un cronista del viaje y a partir de cada experiencia, encuentro o evento sabe ampliar su visión a toda la Iglesia, haciendo participar a cada cristiano de lo que ha visto, tocado o vivido.

Por último, los discursos que ha pronunciado, preparado e improvisado en el curso de estos 12 viajes –más de 165, incluyendo las conferencias de prensa- son parte fundamental del magisterio del Papa Francisco. Esas alocuciones abarcan toda la gama de las cuestiones que desafían a la Iglesia y a la evangelización tanto universal como local. Son claras, directas, puntuales, y como demuestran las crónicas no dejan indiferente y no se pueden catalogar como palabras que pasan apenas dichas. Detrás de cada texto hay una rigurosa y esforzada preparación, numerosas conversaciones y encuentros con expertos y pastores, solicitudes de consejo y aclaraciones, estudio e implicación personal. En fin, son viajes de una vida compartida y no una fábrica de palabras.

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