Todo se posterga hasta el 4 de junio, cuando se lleve a cabo el Congreso Sandinista Nacional “Comandante Tomás Borge Martínez”. Es una fecha importante de la iconografía sandinista, porque ese día de 1979 se dio la orden de insurrección general para derrocar la dictadura de Somoza. Pero aún así, a pesar de que faltan dos semanas y media para el Congreso deliberante, no habrá ningún suspenso en la designación del próximo candidato a presidente para las elecciones que se llevarán a cabo en Nicaragua el 6 de noviembre. El candidato que con toda probabilidad proclame la fuerza política mayoritaria en Nicaragua, el Frente Sandinista de liberación nacional (FSLN), será siempre el mismo: Daniel José Ortega Saavedra, el “comandante eterno”, siete veces aspirante a la presidencia.
En 1980, después que se produjo la insurrección, Ortega formó parte de la primera Junta de gobierno sandinista. En 1984 fue candidato por primera vez en las elecciones presidenciales. Participó nuevamente en 1990 y fue derrotado por Violeta Barrios de Chamorro, en 1996 por Arnoldo Alemán, en 2001 por Enrique Bolaños. En 2006 ganó las elecciones con el 38% de los votos y la oposición liberal dividida. En 2011 eludió la prohibición constitucional que vetaba un segundo mandato consecutivo y ganó las elecciones con un amplio 62,45 por ciento y varias denuncias de irregularidad. En 2014 el Frente Sandinista votó por mayoría una enmienda constitucional que permite la elección presidencial indefinida, con la posibilidad de elegir el presidente en la primera vuelta y por mayoría simple de votos.
La próxima, a principios de junio, será la séptima designación, y Ortega puede contar con un alto nivel de popularidad según las encuestas más recientes. Ortega justifica sus aspiraciones a la continuidad con el argumento de que se propone “reforzar el modelo cristiano, socialista y solidario” vigente en Nicaragua.