Ha comenzado oficialmente la Campaña de Fraternidad de la Iglesia brasileña, edición 2014. La iniciativa se renueva cada año desde el lejano 1962, cuando algunos miembros de Caritas comenzaron a escala local en el estado de Natal, Rio Grande do Norte. De año en año la iniciativa fue creciendo en dimensiones y en incidencia, hasta movilizar una parte significativa de la población de Brasil sobre un tema determinado, que se elige en cada oportunidad entre los que se consideran más relevantes en ese momento histórico y como una forma de concientización de todo el país. Este año coloca en el centro de las iniciativas que se han organizado, incluso de tipo económico, el problema de la esclavitud y del tráfico humano. Un fenómeno cuya gravedad el Papa Francisco ya puso de relieve en un mensaje dirigido a los obispos de Brasil: “¡No es posible quedar impasibles sabiendo que existen seres humanos tratados como mercadería! Piensen en las adopciones de niños para quitarles los órganos, en mujeres engañadas y obligadas a prostituirse, en trabajadores explotados, sin derechos ni voz”. Por otra parte es sabido que cuando era arzobispo de Buenos Aires elevó su propia voz contra la trata de personas y el trabajo en condiciones de esclavitud, cuya abolición calificó de “cuento chino”.
Geraldo Trindade, diácono de la arquidiócesis de Mariana, estado de Minas Gerais, en un artículo publicado en el sitio de la Conferencia Episcopal brasileña (CNBB) recuerda que la esclavitud fue abolida hace doscientos años, pero que en realidad perdura hasta el día de hoy, considerando que en Brasil, entre 1995 y 2008 se descubrieron y liberaron del trabajo esclavo 33 mil personas. Los casos, distribuidos en 21 estados, demuestran que el trabajo esclavo es ampliamente practicado. En el año 2000 –se lee en el sitio- se desmanteló una red que vendía órganos y operaba entre Pernambuco –un punto de concentración de esclavos africanos en el siglo XVIII- y Sudáfrica. En 2004 el Ministerio Público procesó a 28 personas por crímenes relacionados con el tráfico de órganos humanos. En uno de los juicios se comprobó que la venta de 30 órganos humanos movió una cifra cercana a los 5 millones de dólares.
Los obispos observan también que Brasil, en la última década, es un gran importador de trabajadores de los vecinos países de Bolivia, Perú, Paraguay, Colombia y Haití, situación que induce a la explotación intensiva de la mano de obra más allá de los límites de la ilegalidad, sobre todo en las regiones agrícolas.
Precisamente sobre la relación entre orden económico y trabajo, se concentró el nuevo cardenal Orani João Tempesta, a su retorno de Roma, manifestando todo su apoyo a la campaña: “La gran causa del tráfico humano es el ansia de ganancia… que pone lo económico-financiero por encima de lo humano y explota lo humano a partir de sus necesidades”.

ametalli@gmail.com

