HABITACIÓN EN FAVELA CON VISTA AL MUNDIAL. Ya no queda alojamiento, o casi, en los hoteles de Rio de Janeiro. Pero hay una solución…

Hay para elegir...
Hay para elegir...

¿Dónde se alojarán los 600 mil turistas que esperan en Rio de Janeiro para el mundial que está a punto de empezar? En los hoteles, hospedajes, posadas y pensiones de la hermosa ciudad carioca, por supuesto, donde la fiesta futbolística hizo subir los precios por las nubes. Una modesta habitación puede llegar a costar hasta 400 dólares, mientras que las más lujosas superan los 2.000. Era previsible que hubiera “un incremento de las tarifas en función la gran demanda”, como admite candorosamente el presidente de la Asociación hotelera de Río, Alfredo Lópes, quien también habló de los considerables esfuerzos realizados por la asociación para controlar los abusos.

Pero donde no llegan los esfuerzos de las autoridades, llega la creatividad de la gente. En efecto, son cada vez más los vecinos de las favelas que ofrecen sus propias casas a un precio decididamente más conveniente. No sólo eso, también se multiplican las iniciativas de empresarios que administran pensiones y hospedajes económicos para los turistas que quieran respirar el clima del “verdadero Brasil”.

El diario argentino “La Nación” publica el ejemplo de Santos, un joven nacido y crecido en la favela de Vidigal, quien ha convencido a su padre para que alquile, a través de un aviso on line, dos casitas de la familia –pequeñas y humildes, pero con una vista que corta el aliento a las playas de Leblon e Ipanema-. “Por este paisaje, en cualquier hotel se pagaría una fortuna. Aquí, además, el turista puede conocer el día a día de la comunidad, ir a los bailes de samba y funk y ayudar a terminar con los prejuicios que se tienen de las favelas”, explica convencido. “Es cierto que la cuestión sanitaria es precaria, a veces falta el agua o se puede cortar la luz, pero los turistas vienen escapando de los altos precios de los hoteles y descubren que aquí la gente es amigable, divertida, no discrimina a nadie. Éste es el verdadero Brasil”, cuenta. Ya ha hospedado franceses, británicos, americanos, españoles e incluso gente de Singapur. Con el dinero que piensa reunir -65 dólares por día o 550 por mes- espera ahorrar lo suficiente para terminar sus estudios de ingeniería industrial y casarse con su novia.

El mismo gobierno brasileño incentiva este tipo de soluciones, tomando en cuenta que Río es la tercera ciudad mas cara del mundo en lo que se refiere a los hoteles, incluso más que Nueva York o París.

Vincius Lummerts, importante funcionario del Ministerio de Turismo, declaró que los alojamientos en las favelas son bienvenidos, porque aumentan las opciones para los viajeros. “Es posible que los precios de los lugares para alojarse suban antes del campeonato, pero también pueden bajar cuando la gente considere todas las opciones”, afirmó.

El mismo ministerio advirtió que controlará el precio de los hoteles porque no quiere que Brasil sea percibido como una meta muy cara. “Si no, matamos la gallina de los huevos de oro para las próximas décadas”, advirtió el presidente de Embratur, Flavio Dino. Alojar en las favelas no hubiera sido posible sin la “pacificación” que comenzó en 2008 el gobierno de Lula instalando Unidades de Policía pacificadora (UPP), ofensiva que logró quitar a las bandas de narcotraficantes el control de esos territorios. Desde entonces, muchos residentes supieron aprovechar la nueva situación, alquilando habitaciones o casas a través de sitios como el brasileño www.aluguetemporada.com.br, o el conocido www.airbnb.com.

Un habitante de la más grande y conocida favela de la ciudad, La Rocinha, explica que antes acostumbraba alquilar a gente de la comunidad, pero ahora su clientela está compuesta cada vez más por extranjeros en busca de alojamiento económico y que no temen la mala fama del lugar. Incluso algunos turistas afirman que se sienten más seguros en la favela que otras zonas turísticas de Río, como cuenta Elliot Rosemberg, fundador de “Favela Expirience”, otro sitio creado para ofrecer hospedaje en las favelas de Vidigal y Rocinha.

Un caso emblemático del nuevo curso es el de Vidigal, favela construida sobre un morro con vistas a la playa de Leblon, donde ha explotado un verdadera boom inmobiliario, con inversores dispuestos a pagar hasta 75 mil dólares por una sencilla casa de un dormitorio.

¿Todo en orden, entonces? No exactamente. Los viejos problemas, en parte, persisten. La “pacificación” ha reducido el porcentaje de homicidios y robos, pero no los ha erradicado completamente. El peligro sigue existiendo.

Cristiane de Oliveria, proprietaria del “Favela Inn” (tres dormitorios con wi-fi y baño a 25 dólares por noche) cuenta al diario colombiano “El Tiempo” que, en efecto, después de un buen año 2013 ha notado, a partir de noviembre, una disminución de clientes. Eso se debe a que volvieron a empezar los ataques de los narcotraficantes contra las UPP instaladas para garantizar la seguridad de estas comunidades. “Los medios de información solo transmiten una imagen violenta de las favelas y no muestran nunca el lado positivo: la samba, la alegría, la solidaridad. Eso me pone triste”, concluye con amargura.

Torna alla Home Page