MADRE SIEMPRE ES MADRE. Incluso las aztecas, que debían engendrar y educar buenos guerreros

Madre e hija, en el México de 5 siglos atrás
Madre e hija, en el México de 5 siglos atrás

Una vida dura, la de las madres aztecas. Y por razones muy diferentes a las que hoy tenemos para festejar a las nuestras. Las aztecas debían criar a sus hijos para que fueran guerreros valientes. El principal interés de ese pueblo belicoso era conquistar nuevos territorios y para eso era necesario que siempre hubiera nuevos y mejores soldados. En la sociedad azteca el rol de la mujer estaba subordinado a esa tarea: “Había un reconocimiento de la madre como procreadora, como la que garantizaba la descendencia y la continuidad de la estirpe. Sin embargo, las tareas que desarrollaban las mujeres se consideraban inferiores”, explica la antropóloga Rodríguez Shadow, autora del libro “La mujer azteca”. ¿Y cuáles eran exactamente esas tareas?

Ya se sabe que la guerra es cosa de hombres. Las mujeres de las civilizaciones precolombinas, por lo tanto, debían dedicarse a la cocina, a la educación de los hijos, a los trabajos manuales y, obviamente, a engendrar hijos. Tan importante era la procreación que las mujeres estériles eran marginadas. Para esas sociedades agrícolas y guerreras era sumamente importante contar con una fuerza de trabajo numerosa que alimentara el pago de abundantes tributos al soberano, a fin de que éste pudiera mantener un ejército numeroso.

De manera similar a lo que ocurría en las zonas rurales de Italia hasta la primera mitad del siglo pasado, la familia precolombina debía necesariamente ser prolífica. Los varones eran hijos predilectos porque garantizaban la continuidad de la conducción familiar y porque serían guerreros útiles para el crecimiento del imperio.

Las madres se encargaban de enseñar a la prole a comportarse según su género y clase social. Las niñas aprendían que no debían mirar directamente a los ojos. “A las mujeres se les enseñaba a ser sumisas y el rol que debían ocupar, su función en la economía, el respeto a las normas morales, el reconocimiento de la superioridad masculina y de la autoridad del marido. En términos generales, la aceptación del orden establecido”, sigue explicando la antropóloga.

Las mujeres cumplían diversas funciones según la clase social de pertenencia. Las de clases inferiores muchas veces eran empleadas para el servicio doméstico de las clases dominantes. Las nobles, en cambio, eran destinadas a la procreación y también a las actividades domésticas y el tejido.

Como es fácil imaginar, la posibilidad de acceder a roles de mando era muy reducida y las mujeres no ocupaban cargos políticos. Solo se dieron algunos casos limitados entre los mayas pero jamás entre los aztecas.

Un detalle interesante es la muerte por parto. A las mujeres que morían en esas circunstancias se las consideraba guerreras y en consecuencias eran deificadas. En todas las religiones precolombinas el tema del nacimiento y de la fertilidad es un elemento recurrente. Hasta la actualidad han llegado testimonios arqueológicos de figuras femeninas con un pequeño cuadro en el vientre donde está representado un niño. Una delicada imagen que probablemente revela un amor y una consideración mucho más profunda de lo que podría parecer a primera vista. En fin, hasta para los aztecas, la madre siempre era la madre.

Torna alla Home Page