GUIDO Y LOS 400 QUE TODAVÍA FALTAN. Después de 36 años tiene un rostro y un nombre, el nieto de la presidente de Abuelas de Plaza de Mayo. La emoción del Papa

La abuela y el nieto
La abuela y el nieto

Una fuerte emoción produjo en Argentina la recuperación –al cabo de 36 años de búsqueda y otros 113 nietos recuperados- del nieto de Estela de Carlotto, presidente y rostro simbólico de la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo. Fuerte también fue la emoción del Papa Francisco, como hizo saber el ceremoniero pontificio Guillermo Karcher. El Papa había recibido a Estela de Carlotto el 24 de abril de 2013, después de la audiencia general en la Plaza de San Pedro. “Pueden contar conmigo”, les dijo a las representantes de la asociación, que en esa oportunidad le habían pedido que las ayudara -con la documentación de los archivos de la Iglesia argentina y del Vaticano- en su búsqueda de los hijos de desaparecidos sustraídos a sus padres durante la dictadura. Hace pocas horas se produjo el reencuentro de Carlotto con su nieto, Ignacio Hurban (o Guido, como lo había llamado su madre, Laura Carlotto, antes de que le fuera quitado apenas 5 horas después del parto y dos meses antes de ser asesinada por los militares). Fue un encuentro que se realizó con la máxima reserva y que las “abuelas” calificaron como “íntimo”. Las famosas abuelas argentinas pidieron a “los medios de información, a la sociedad en general y a la justicia en particular” que “respeten la intimidad de Guido y sus familiares”, recordando que la Asociación siempre se ha preocupado por “preservar la intimidad de los hombres y mujeres que se acercan para conocer la verdad”. Las abuelas acostumbran a ser muy cautelosas cuando se trata de difundir la identidad de los nietos recuperados, conscientes de que cada persona necesita tiempos distintos para elaborar el shock de la novedad.

En este caso ya se conoce todo –o casi todo- acerca del nieto recuperado número 114. Se llama Ignacio Hurban, tiene 36 años, es músico, está casado y vive en Olavarría, una localidad ubicada a 300 kilómetros de Buenos Aires. Ya se han difundido varias fotos suyas y hasta se sabe que es hincha de River Plate.

Guido (o Ignacio) fue quien encontró a su abuela. Cosa que por otra parte ocurre cada vez más a menudo. Por lo menos desde que las abuelas empezaron a tener en cuenta que sus nietos ya no eran niños desconocidos, sino adolescentes y adultos. En 1997, cuando se cumplieron 20 años del nacimiento de la asociación, organizaron un concierto rock con el lema “¿Vos sabés quién sos?” y aproximadamente en la misma época crearon también la Red por la Identidad, a fin de proteger y promover el elemental derecho a saber de quién se es hijo. Desde entonces, muchos hombres y mujeres se pusieron en contacto con la Asociación de Abuelas y, por medio de las pruebas de ADN, pudieron saber cuál era su familia biológica.

Fue lo que hizo Guido-Ignacio. En junio pasado envió un mail a las Abuelas donde expresaba sus dudas, porque una persona cercana a la familia le había revelado que quienes él había considerado siempre sus padres biológicos, en realidad no lo eran. Poco tiempo después –hace un par de semanas- se presentó en la sede. Allí lo enviaron a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CONADI), dirigido por Claudia Carlotto, su tía, aunque en aquel momento no podía saberlo. Debían comparar sus datos con los que se encuentran en el Banco Nacional de Datos Genéticos y le dijeron que la respuesta demoraría tres meses. Pero pasaron apenas diez días y anteayer llegaron los resultados: sus padres eran Laura Carlotto y Walmir Oscar Montoya, militantes de la Juventud Peronista, muertos durante la dictadura militar.

La información con los resultados del test fue enviada al tribunal donde ya se encontraba abierta la causa por la desaparición de Laura. La jueza Servini de Cubría dio entonces la noticia a Estela y al mundo.

Esa noticia le ha dado nuevo entusiasmo e impulso a la actividad de las Abuelas. Unas diez de ellas –mujeres entre los 75 y 90 años- todavía concurren diariamente a las oficinas de la asociación. A través de los años muchas fallecieron y pasaron su misión a otros familiares.

Ayer, el teléfono sonaba sin interrrupción en la sede de la Institución. “En un día común, recibimos en el área de presentación espontánea a 15 personas que dudan de su identidad. Despues de una campaña publicitaria, ese número puede llegar a 50. Ayer, después que se conoció la noticia, recibimos 300. Y es solamente el primer día, sabemos que nos esperan meses de intenso trabajo”, explicaron la Abuelas al diario argentino La Nación.

Y queda mucho trabajo por hacer. Hay 400 nietos que todavía no se han encontrado. En 36 años se descubrió la identidad de 114 personas, y en julio de 2012 eran 105. Son 9 nuevos casos en dos años. Cada vez que se encuentra uno, las llamadas aumentan. Sin embargo, todos los que han pasado por este tipo de situaciones concuerdan en algo: una cosa es llamar y otra es dar el paso definitivo.

Muchos, a pesar de que tienen sospechas, lo ven como una traición a quienes de todos modos consideran sus padres. Y no quieren colocarlos en una situación comprometida, mucho menos desde el punto de vista penal. La ley argentina, en efecto, establece penas severas para aquellos que, con conocimiento de causa, “adoptaron” el hijo de un desaparecido.

Por esa razón Estela de Carlotto se dirigió a ellos durante la conferencia de prensa: “A los nietos les decimos que con su identidad los espera la libertad, el amor. Nadie les va a decir que no quieran a alguien, que vivan en determinado lugar o que no hagan algo. Los dejaremos libres. Libres, con su identidad”.

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