La cuestión de los cubanos migrantes bloqueados en algunos países de América Central, a la que se refirió el Papa en el Angelus dominical, afecta a miles de personas detenidas en algunos países de la región, en especial Costa Rica (más de ocho mil) porque fueron expulsadas de Nicaragua y hace semanas que intentan cruzar las fronteras para entrar a los Estados Unidos. En la mayoría de los casos son cubanos que, recurriendo a las nuevas reglas de La Habana (libertad total para salir de la isla) salieron legalmente como turistas al exterior, sobre todo a Ecuador. Pero desde allí estas personas decidieron intentar el ingreso a Estados Unidos, que obviamente se opone a esta modalidad que considera ilegal.
La situación no solo crea muchos problemas prácticos a los países de tránsito sino que también provoca tensiones entre Cuba y Estados Unidos, porque genera incertidumbre acerca de la aplicación de los acuerdos migratorios que existen entre los dos países.
Muchas de estas personas están “detenidas temporalmente” y órganos de prensa de la región aseguran que algunas fueron “deportadas” hacia los países de origen (Cuba, Ecuador y Nicaragua).
Mons. Dionisio García, arzobispo de Santiago de Cuba y presidente de la Conferencia Episcopal cubana, escribió hace pocos días una carta a mons. José Domingo Ulloa, Presidente del Secretariado Episcopal de América Central (SEDAC), que estaba a cargo del tema, para solicitarle la apertura de corredores humanitarios para estos cubanos cuya situación siempre es más difícil, sobre todo en el caso de familias con niños.