ANÁLISIS DE LA REFORMA POLÍTICA BRASILEÑA. Más democracia, piden los obispos, y “los cambios podrían ser mayores” que los del proyecto

La sede del Parlamento de Brasil, en Brasilia, diseñado por el arquitecto Oscar Neimeyer
La sede del Parlamento de Brasil, en Brasilia, diseñado por el arquitecto Oscar Neimeyer

La reforma política es indispensable y urgente, pero la propuesta presentada en el Congreso Nacional es muy tímida todavía. Tal es la percepción de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB) con respecto a la reforma que se está votando en estas semanas de septiembre. “El problema es que  quieren reformar solo algunos puntos”, destaca el padre Leonardo Steiner, secretario general de la CNBB. “Hace años que nosotros insistimos en que se haga una verdadera reforma política, amplia”. Hay que mejorar el marco político del país, que ha ido empeorando progresivamente en cada período”. “Además solo será posible hacer otras reformas si tenemos un cuerpo reformador, compuesto por políticos elegidos por medio de un nuevo sistema electoral, capaz de realizarlas”, agrega. Por otra parte Mons. Sérgio da Rocha, presidente de la CNBB, considera que la reforma propuesta debería pasar por un mayor debate popular. La verdadera reforma política, para el presidente del organismo, “es la que rescata la credibilidad en nuestras instituciones representativas y restituye al pueblo el poder de decidir sobre su futuro”. Según el obispo, “no hay salida para la crisis si no es a través de la reapropiación de la democracia, que debe ser verdaderamente participativa, libre de corrupción y de impunidad, y, por lo tanto, capaz de superar esa fisiología política que conduce a negociados inescrupulosos, con graves consecuencias para el bien del pueblo brasileño”.

La propuesta de reforma que se encuentra actualmente en el Congreso discute cuatro puntos principales: un nuevo modelo de financiamiento de las campañas electorales – que pasaría a ser exclusivamente público -, el formato para la elección del Poder Legislativo, el fin de las coaliciones entre partidos y, por último, reglas para controlar la proliferación de listas – que hoy son 35 registradas, de las cuales 25 tienen representantes en la Cámara de Diputados, lo que hace muy inestable la relación entre el poder Legislativo y el Ejecutivo. Con la presencia de muchos partidos, al presidente, prefecto o gobernador, le resulta mucho más difícil formar mayoría y aprobar los proyectos que necesita, incentivando el intercambio de cargos y favores para conseguir apoyo.

De estos puntos, el formato de elección para el Legislativo, propuesto por el Congreso Nacional, es lo que más se aleja de la posición de la CNBB. El Congreso propone el “distritão”- en el cual cada estado correspondería a un distrito y los más votados serían elegidos – en vez de la proporcionalidad – en el cual las bancas del Legislativo se atribuyen a los candidatos más votados que forman parte de los partidos con el mayor número de votos. “El “distritão” reduce la renovación política” – afirma dom Joaquim Giovanni Mol Guimarães, presidente de la Comisión para el Acompañamiento de la Reforma Política. “Como los votos a los partidos dejarían de contar, las listas tienden a lanzar menos candidatos y a privilegiar a los más conocidos, con más chance de ganar. Las campañas se focalizarían más en los políticos como individuos y no como miembros de determinados partidos”, explica. La propuesta de la CNBB, plantea Joaquim Mol, es que la votación del Legislativo se realice en dos turnos: en el primero se vota el partido, sus ideas y sus programas. En esta primera etapa, la votación proporcional de cada partido adjudicaría el número de bancas a las que tiene derecho en la composición de la Asamblea. En el segundo turno, se votaría por el candidato y el resultado daría el ordenamiento de la lista. De esa manera se asegura la representación de las minorías, permite que el elector pueda votar al candidato que considera más cercano, refuerza los partidos políticos y permite campañas con muchos menos recursos financieros”, afirma el obispo.

Si bien los otros tres puntos de la reforma política – financiamiento exclusivamente público, fin de las coaliciones partidarias y cláusula de desempeño para los partidos – cuentan con el apoyo de la CNBB, los obispos afirman que se podrían realizar cambios aún mayores. La CNBB considera que la única manera de realizar una verdadera reforma política es con la reglamentación del Artículo 14 de la Constitución, que se refiere a los mecanismos de participación popular en el mundo de la política. “De manera que el elector no sea llamado solo en época de elecciones para acudir a las urnas, sino que también sea llamado constantemente para tomar decisiones importantes para el país, a través de plebiscitos, referendos y consultas populares”, explica dom Joaquim Mol. La entidad propone, además, una cuota para aumentar el número de mujeres aspirantes a cargos electivos, porque constituyen más del 50% del electorado pero solo tienen un 9% de representación.

Estas dos últimas propuestas de la CNBB, sin embargo, ni siquiera fueron tomadas en consideración por los diputados y tampoco hay tiempo para incluirlas. Todos los cambios electorales deben ser aprobados tanto por la Cámara de Diputados como por el Senado hasta la primera semana de octubre para tener validez en el próximo proceso. “Sabemos que esta no es la reforma ideal, pero es la que resulta posible en este momento. Por lo menos mejora el marco actual”, concluye el presidente de la CNBB, Mons. Sérgio de Rocha.

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