A LA ESCUELA EN LA FAVELA EN MEDIO DE DISPAROS. Sin embargo, en Río de Janeiro hay un colegio público en una de las favelas más violentas de la ciudad que se encuentra entre las 15 mejores de Brasil

Vista panorámica de la favela Jacarezinho de Rio de Janeiro
Vista panorámica de la favela Jacarezinho de Rio de Janeiro

La favela de Jacaré es uno de los campos de batalla más feroces entre las bandas que se disputan el poder y el territorio en Río de Janeiro. La “Escola Municipal Rio de Janeiro” se encuentra a una distancia de cien metros aproximadamente de los kioscos de venta de droga más cercanos de la comunidad. La realidad de los alumnos, fuera de las paredes de la escuela, es igual a la de cualquier otro chico que vive en la zona: redadas de la policía y allanamientos de las fuerzas del orden, balaceras nocturnas, miedo a una bala perdida. Pero dentro de los muros del colegio, la brutalidad desaparece. El complejo tiene uno de los 15 mejores resultados del índice de Desenvolvimiento de la Educación Básica (Ideb) de las escuelas públicas de Brasil. El elevado rendimiento es el fruto de los métodos pedagógicos adoptados por la dirección. La última calificación publicada por el Ideb, en 2015, es de 5,8, contra un promedio de 4.3 del conjunto de los institutos municipales. “Nosotros damos amor y cariño, pero también lo recibimos de ellos (los alumnos). Eso es lo que permite que la escuela obtenga buenos resultados”, dice Flavia Rezek, directora de la escuela, en una entrevista a la revista brasileña “Veja”.

La primera semana de clases siempre es de bienvenida – con presentaciones de los alumnos más antiguos que explican a los nuevos qué pueden esperar. La institución funciona con horario extendido, desde las 7.30 hasta las 14.30, lo que permite la incorporación de cursos optativos en ese tiempo. Los alumnos son acompañados por un profesor tutor que los orienta en la construcción de su proyecto de vida y en el desarrollo de su protagonismo. Los mismos estudiantes eligen qué puede ofrecerles la escuela, y los profesores se ofrecen voluntariamente para dar clases suplementarias; por ejemplo, la profesora de inglés también enseña danza, y la de matemática da lecciones para presentarse a los concursos, un proyecto que prepara a los estudiantes de la institución que quieren realizar los exámenes en colegios federales o particulares que ofrecen becas. “Nuestros profesores pasan todo el día con los alumnos. Seguimos de cerca la vida de cada uno de ellos y hacemos reuniones semanales para conversar sobre cada grupo. No están solos ni siquiera en los momentos de estudio”, cuenta Flávia, quien ha incorporado a todos los profesores, los alumnos y sus padres a su perfil personal de WhatsApp.

Además, la escuela ha reforzado la innovación creando oportunidades para que el alumno pueda aprender más y mejor con un método de enseñanza personalizado, el aprendizaje colaborativo y el uso de las tecnologías digitales como apoyo en el aula.

Flávia también tiene un título en Psicología y es una figura importante en la vida de los estudiantes. “Ellos me cuentan su vida. A veces he dado consejos de amor y he conocido algunos secretos personales antes que sus propios padres. Este apoyo humano es lo que marca la verdadera diferencia en el resultado pedagógico”, afirma con orgullo a la revista “Veja”. La cercanía con el tráfico de drogas no afecta el rendimiento de los estudiantes. En efecto, la directora afirma que la escuela nunca tuvo problemas de ese tipo. Aunque por supuesto hay otros. Solo este año la escuela debió permanecer cerrada once días, en otras oportunidades debieron suspender las clases porque se escuchaban disparos de armas – en una de las aulas hay un vidrio astillado que todavía no pudieron cambiar – o bien los alumnos no pudieron llegar hasta la escuela debido a los tiroteos.

La Escuela Municipal Rio de Janeiro recibe niños de 7º a 9º grado (entre 12 y 15 años) y cuenta con 296 estudiantes matriculados. Lo que más preocupa a Flávia es el destino de sus alumnos cuando terminan su escuela. Por eso se fundó el Núcleo de Apoyo a los Candidatos (Núcleo de Apoio ao Candidato), que aconseja a los estudiantes sobre los concursos a los que pueden presentarse para ingresar a colegios que otorgan becas de estudio, y también ayuda a los egresados a matricularse en colegios estatales que ofrecen la posibilidad de continuar los estudios. Como las vacantes en esta escuela son muy pocas, durante la época de inscripciones los padres de la favela de Jacaré duermen delante de la entrada del complejo para conseguir un lugar. “El trabajo es mucho y muy difícil. Hablo con mis alumnos todos los días. Trabajamos de la manera que ellos prefieren para motivarlos y la familia también colabora para ayudarnos”, dice la directora, quien concluye: “Lo que me da fuerzas para empezar cada día es la esperanza de darle a estos niños un futuro mejor. Mi mayor satisfacción es encontrar a un ex alumno bien encaminado”.

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