“Cura abusador, a la horca por traidor”, decían los carteles colocados sobre tres muñecos colgados por el cuello – desde la estructura de un importante puente de la ciudad de Santiago de Chile – que simulaban ser sacerdotes ahorcados, vestidos con sotanas y una cruz en el pecho.
La provocación, tétrica y desagradable, fue vista por miles de personas que, a pie o en automóvil, pasaron cerca del puente Condell, sobre el río Mapocho, en la comuna de Providencia. Obviamente, como afirmaron diversas voces, el gesto firmado por un desconocido “Movimiento Social Patriótico” (MSP) fue interpretado como un nuevo, desconcertante e insensato impulso al anticlericalismo y anticatolicismo.
En los últimos días hubo también otras propuestas con un claro contenido anticatólico, como un proyecto de ley de dos senadoras que plantean quitarle la nacionalidad chilena al arzobispo de Santiago, el cardenal Ricardo Ezzati nacido en Italia, o bien el cambio de nombre de lugares públicos que recuerdan figuras católicas ilustres de la historia del país.
Al respecto se señala también el tono agresivo que empiezan a utilizar algunos medios de prensa para referirse a personas individuales o bien la amplificación de noticias falsas o tendenciosas.
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