LA HIDRA NARCO DE CIEN CABEZAS. En los seis años de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto cayeron 110 capos en México, pero el país está bañado en sangre

Operativo de incineración de droga secuestrada
Operativo de incineración de droga secuestrada

Identificados y eliminados. El gobierno de Enrique Peña Nieto, en los primeros tiempos de su mandato – que comenzó en diciembre de 2012 y está a punto de terminar – reveló que tenía una lista de 122 criminales que consideraba responsables de la violencia que azotaba al país. Para la política de seguridad del gobierno, estos eran otros tantos objetivos prioritarios a neutralizar. Era una larga lista, que fue publicada por el diario mexicano El Universal, en la que figuraban nombres tristemente famosos de las crónicas criminales del México contemporáneo, como los hermanos Miguel Ángel y Omar Treviño González, el Z-40 y el Z-42, jefes de la organización criminal conocida como Los Zetas. También estaban Servando Gómez, la Tuta, y Nazario Moreno González, jefes de los Caballeros Templarios. Y nombres del calibre de Vicente Carrillo Fuentes, capo del Cártel de Juárez; Ignacio Rentería, uno de los fundadores de La Familia Michoacana; Nemesio Osegura Cervantes, El Mencho, jefe supremo del Cártel Jalisco Nueva Generación,  y Héctor Beltrán Leyva, El H, el único de los famosos hermanos que seguía controlando el tráfico en Morelos, Guerrero y algunos estados del Pacífico. Otro nombre de la lista era el capo del Cártel del Golfo, Hómero Cárdenas Guillén, alias El Majadero, hermano de Osiel Cárdenas, el fundador de la organización criminal a la que el país le debe una de sus peores pesadillas: Los Zetas.

Tuvieron una larga vida, demasiado larga, sumieron al país en un baño de sangre hasta que, en diciembre de 2015, la Procuraduría General de la República de México informó que, de la lista de 122 objetivos iniciales, solo 30 seguían prófugos: 82 “generadores de violencia” – como los denominaba la jerga oficial – habían sido detenidos o abatidos en enfrentamientos con el ejército o la policía.

El diario El Universal cita los casos de Gonzalo Izunza Izunza, alias El Macho Prieto. «Ex jefe de escoltas de Ismael El Mayo Zambada, El Macho Prieto logró apoderarse, a través del ejercicio de una violencia desmedida incluso en el mundo del crimen, del tráfico de drogas en el estado de Sonora».

Las autoridades mexicanas le atribuyen aproximadamente 80 asesinatos. Existe la versión de que era tan difícil de controlar que los propios líderes del Cártel de Sinaloa le revelaron al gobierno federal el sitio donde se escondía, con la esperanza de que lo sacaran de circulación. Y así fue. «En diciembre de 2013 se confirmó que El Macho Prieto se hallaba alojado en el complejo residencial Las Palomas de Puerto Peñasco, Sonora. Elementos de la Policía Federal se infiltraron en las villas, en parejas, haciéndose pasar por turistas. En las cajuelas de los autos lograron introducir al complejo residencial un arsenal completo (así como a los agentes que iban a tomar parte en el operativo). Fue uno de los enfrentamientos más cruentos de estos años. Tanto que la DEA condescendió a entregar por primera vez un “Corazón Púrpura” a los agentes mexicanos heridos».

La escolta de El Macho Prieto estaba formada por unos 40 pistoleros. Estaban organizados en tres círculos de protección alrededor de la villa en la que se alojaba en narcotraficante; había otros apostados en lo alto de las torres de departamentos cercanas. El tiroteo comenzó antes de que los refuerzos – y el helicóptero Black Hawk que debía llevarse a Izunza – llegaran al complejo. El mismo Macho Prieto hirió a dos agentes y luego se atrincheró detrás de una pileta de piedra. Allí lo alcanzaron las balas. Cuando los federales llegaron al lugar, solo encontraron un río de sangre. Sus hombres se habían llevado el cadáver de El Macho Prieto.

Lo que ocurrió aquella noche de diciembre de 2013 fue solo una de las historias de sangre que sacudieron a México durante los años de la presidencia de Peña Nieto, quien el próximo 1 de diciembre entregará el bastón de mando a Andrés Manuel López Obrador. El último golpe a un jefe narco de primera línea ocurrió a mediados de agosto. Fue el objetivo 110: Julio César Olivas, El Sexto, jefe de La Línea, el brazo armado del Cártel de Juárez. Según el gobierno federal, refiere El Universal, la detención de El Sexto en el fraccionamiento Quintas del Solar, en Ciudad Juárez, significa el descabezamiento del poderoso grupo criminal que en una época dirigió Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos.

De la larga lista de capos narco que se publicó a comienzos del mandato de Peña Nieto de seis años, solo siguen prófugos 12 criminales: Ismael El Mayo Zambada; Nemesio Oseguera El Mencho; Fausto Meza Flores, El Chapo Isidro y Santiago Mazari Miranda, El Carrete, entre ellos. Pero las conclusiones no inducen al optimismo. «El sexenio llega a su fin con el país chapoteando en sangre y con regiones enteras sumergidas en el miedo, el dolor y la inseguridad» dice El Universal. «La detención de estos 110 “generadores de violencia” no detuvo la violencia: el gobierno fracasó. Cientos arriesgaron o perdieron sus vidas y prácticamente nada cambió. Lo peor es que, entre ocurrencias, indefiniciones y cambios de rumbo, no se avizora aún qué hará el gobierno entrante con esta herencia».

Torna alla Home Page